domingo, 29 de noviembre de 2009

Las calles de Valparaíso están plagadas de afiches: fiestas, encuentros de cine, conciertos, protestas, y muchas otras convocatorias de difícil clasificación.
Los afiches montados unos sobre otros, los pingüinos que los rasgan al pasar, el polvo y el
viento sumados, la lluvia, el sol (aquí me detengo, las razones son muchas), pueden lograr
que el molesto bombardeo visual no consentido nos depare algunas sorpresas. Basta con detenerse un momento, y ahí están, son collages, pero tiene el valor del azar, nos pertenecen
a todos, por acción u omisión, algunos duran un par de semanas otros cambian a diario, o son cubiertos por el aviso del momento.
Si tenemos suerte, cada vez que doblemos una esquina,
la galería urbana renovará la colección.










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